Es innegable que por el estilo de vida que llevamos de prisas, ansiedad laboral, situación económica… el estrés es una realidad de la sociedad actual.

¿Qué es el estrés?

Es una respuesta inespecífica del organismo ante estímulos que pueden ser potencialmente peligrosos para él. Se produce tanto en condiciones positivas como en negativas. Se trata de un proceso adaptativo que pone en marcha una serie de mecanismos de emergencia fundamentales para la “supervivencia del individuo” que le preparan para una actividad motora inmediata, ya sea de ataque o de huida, regulados por el sistema nervioso autónomo.

Esto puede tornarse negativo cuando las demandas de la situación estresante desbordan nuestros propios recursos, debido a que se mantienen en el tiempo y el organismo no recupera sus niveles de activación normales.

En definitiva, el estrés tiene un lado positivo y necesario para la activación y motivación para la acción; y otro negativo, la del estrés nocivo que rompe el equilibro del organismo.

¿Cómo podemos ayudar desde la fisioterapia para mejorar ese estrés negativo?

Vaya por delante decir que el mejor profesional para el tratamiento del estrés cuando éste se convierte en patología es el psicólogo. Saber derivar a otros profesionales (tanto sanitarios como de otras índoles) es una de las virtudes que todo fisioterapeuta debería tener bajo nuestro punto de vista.

Cabe destacar la estrecha relación entre el dolor y el estrés. El dolor puede ser una consecuencia del estrés, pero también un estresor de los más importantes. Dada la importancia que tiene para todos los fisioterapeutas el tratamiento del dolor, es ahí donde pueden beneficiarse nuestros pacientes en cuanto a lo que el estrés se refiere.

Parece ser que, entre la infinidad de terapias que aplicamos para el tratamiento de nuestros pacientes, hay dos que influyen muy positivamente en el control del estrés: el ejercicio y la terapia manual.

El ejercicio físico aeróbico es la gran herramienta antiestrés por su influencia sobre el sistema nervioso autónomo. Con él conseguimos cargarnos de energía y relajar nuestro cuerpo. Así que, una buena rutina pautada por el fisioterapeuta, contribuye a la mejoría del paciente tanto a nivel físico como psicológico.

Por otro lado, nadie duda de los beneficios psicológicos y sociales del contacto físico, es decir, de tratamientos como la terapia manual y más concretamente la masoterapia. Con ella actuamos directamente sobre el cuerpo, favoreciendo la relajación y eliminando la sensación de agobio que produce el estrés, entre sus muchos otros efectos.

Concluimos aconsejando siempre que, si nos sentimos estresados no dudemos en consultar con un psicólogo para saber controlarlo. Y que la fisioterapia, por sus características de atención y tratamiento directo con el paciente, mejora la sensación de bienestar y calidad de vida de éstos, y con ello conseguimos devolver el equilibrio que perdemos cuando el estrés se convierte en rutina.