Cuando nos hacemos daño o nos duele algo siempre hay algunos que nos dicen “ponte frío”, otros por el contrario dicen “ponte calor”, y ya para terminar de volvernos locos hay quien nos dice “haz baños de contraste” … Entre tantas opiniones ¿a quién hacemos caso?

¿Frío, calor o las dos cosas?

Pues bien, es un tema algo más complejo de lo que a simple vista parece pero, para simplificarlo un poco: lesiones agudas frío y lesiones crónicas calor.

Una lesión aguda tiene un comienzo súbito, se desarrolla rápidamente y no suele pasar desapercibida. Se caracterizan por dolor intenso, inflamación de la zona y aumento de temperatura de la misma e importancia funcional. Se consideran lesiones agudas:

  • Fracturas
  • Esguinces
  • Roturas musculares
  • Contusiones
  • Luxaciones

Por el contrario, una lesión crónica se desarrolla en el tiempo, de manera que puede pasar desapercibida hasta que los síntomas se hacen más evidentes. Se caracterizan por dolor leve, incluso en reposo, que empeora con el aumento de la actividad. Entre las lesiones crónicas destacaremos:

  • Contracturas
  • Lesiones por esfuerzo
  • Malas posturas que nos provocan dolores de espalda
  • Rigidez

El frío tiene un efecto vasoconstrictor (cierre de los vasos sanguíneos) lo que impide que llegue más sangre a esa zona, disminuyendo y ralentizando el proceso inflamatorio y, como consecuencia, disminuyendo el dolor.

El calor, sin embargo, tiene un efecto vasodilatador (aumenta el flujo sanguíneo). Esto mejora el aporte de nutrientes a los tejidos dañados, acelera el proceso de cicatrización, disminuye la sensación de dolor y de rigidez articular.

Por todo ello, cuando estamos realizando una actividad y notamos un dolor intenso que nos provoca hinchazón y nos impide seguir con la actividad aplicaremos frío. Si tenemos una molestia desde hace tiempo, que aparece y desaparece según la intensidad de la actividad, aplicaremos calor.

¿Cómo lo aplicamos?

El frío siempre lo pondremos enrollando una toalla alrededor para proteger la piel. No más de 15 minutos para no anestesiar la articulación. Podemos repetirlo tantas veces como sea necesario siempre y cuando pasen al menos dos horas entre cada aplicación. Pasadas 72 horas de la lesión suspendemos el tratamiento con frío (crioterapia) o retrasaremos la recuperación. Si tienes hipersensibilidad al frío no te lo pongas y si padeces alguna enfermedad cardíaca consulta antes con tu cardiólogo.

El calor podemos aplicarlo mediante una manta eléctrica, un saquito de semillas… El tiempo puede ser más prolongado, al menos 20 – 30 minutos, pero cuidado con quemarnos la piel, protegerla con una toalla si fuera necesario. Podemos aplicarlo 3 días después de una lesión aguda.

Ahora bien, ¿y los baños de contraste?

Es una técnica recomendada especialmente para las extremidades. Provocan respuestas sucesivas de vasodilatación y vasoconstricción favoreciendo así el riego sanguíneo, la reducción de edema, la movilización y estimulación del sistema nervioso autónomo y la disminución de la rigidez y del dolor. Puede utilizarse como terapia anti-inflamatoria siempre que no se trate de una fase aguda.

Para realizarlo es necesario el uso de dos recipientes, uno con agua caliente (38- 44ºC) y otro a con agua fría (10-20ºC). Se comienza siempre introduciendo la extremidad en el agua caliente durante 3- 6 minutos y rápidamente se pasa al agua fría durante 1 minuto. Repetimos este ciclo durante al menos 2- 4 cambios, aunque hay autores que dicen que durante 30 minutos.

La última aplicación se hace:

  1. En el agua fría si buscamos un efecto más anti-inflamatorio.
  2. En agua caliente si se trata de una lesión que aporta rigidez o es crónica.

Esta técnica es muy útil previa a la sesión de rehabilitación porque nos facilita mucho el tratamiento, para todo tipo de lesiones que cursan con edema (en fase no aguda), para pacientes amputados, y especialmente para pacientes con Sudeck o síndrome de dolor regional complejo.

Como todas las técnicas de termoterapia y crioterapia está contraindicada relativamente en pacientes con afectación cardíaca, circulatoria o con hipersensibilidad a la temperatura.

El tratamiento con frío y calor se lleva utilizando desde hace muchos años para la recuperación de lesiones. Es un tratamiento barato, fácil y seguro por lo que os animamos a utilizarlos en casa. Ahora ya tenéis unas nociones para saber qué os viene mejor, pero si aun así dudáis, llamad siempre a vuestro fisioterapeuta.