Detrás de este nombre tan técnico, se encuentra una de las consecuencias del embarazo más frecuentes y un tema de consulta muy habitual entre las mujeres que han dado a luz.
La diástasis abdominal, también llamada diástasis de rectos, es la separación de los músculos rectos del abdomen como consecuencia de un daño en el tejido conectivo. Este tejido en condiciones normales, los mantiene unidos entre sí y a la línea media del cuerpo (línea alba).
Si bien es verdad que puede haber varias causas para que se produzca esto, entre las que se encuentran la obesidad, esfuerzos físicos intensos e incluso en menor medida, una forma congénita… una de las causas más comunes que encontramos es la diástasis producida tras la gestación. Durante el embarazo, el útero habrá aumentado su capacidad de 500 a 1000 veces, comprometiendo la red de fascias, ligamentos y musculatura que lo acoge.
Cómo saber si tengo diástasis
Una valoración manual por parte de un profesional suele ser suficiente, aunque a veces se complementa con un estudio ecográfico.
Para el examen palpatorio, el paciente se tumba boca arriba con las plantas de los pies apoyadas y las rodillas flexionadas. En esta posición, procede a realizar un abdominal tradicional flexionando el tronco hacia adelante, mientras se hace una palpación de los rectos con las yemas de los dedos, tanto en la parte superior como inferior del ombligo. Si se percibe una distancia entre ellos de unos 2,5 cm (aproximadamente 2 dedos) existe una diástasis.
Consecuencias de la diástasis
El problema de padecerla, no se queda solo en lo estético. No tener nuestra faja abdominal en óptimas condiciones, tiene consecuencias tanto a nivel de suelo pélvico, como problemas digestivos, alteraciones en la estabilidad de la columna y dolor lumbar.
¿Tiene solución?
Siempre es recomendable la valoración por parte de un profesional, en caso de que sospechemos que tenemos diástasis. Hay casos, en los que se requiere tratamiento quirúrgico. En diástasis severas, el tratamiento a través de ejercicios, no suele ser efectiva por lo que es necesaria una intervención quirúrgica. Nuestra recomendación, es estar siempre asesorado por profesionales que sean realistas en los objetivos de la terapia.
Una vez comprobado que la diástasis se puede resolver de modo conservador, estos son nuestros consejos:
1. Disminución de peso. Una dieta equilibrada y la reducción de grasa nos pondrá más sencillo el camino de la recuperación.
2. Evita el estreñimiento. Los esfuerzos a la hora de ir al baño, aumenta la separación de los rectos y aumenta la presión interna afectando de manera negativa a nuestro suelo pélvico.
3. Evita la realización de abdominales tradicionales. Éstos aumentan la presión intraabdominal y favorecen la separación de los rectos.
4. Higiene postural. Hay actividades, que aumentan la diástasis, como coger peso o la realización de deportes de impacto (correr, saltar). En estos casos, es muy importante realizar estos actos con atención plena y conocimiento en todo momento de cuales son las mejores posiciones para hacerlas y manteniendo fuerte la faja abdominal.
5. Potencia tu musculatura abdominal profunda. Las fibras del transverso del abdomen, discurren en horizontal rodeando el perímetro de la cintura y rodeando los órganos. Es el más profundo y es por donde hay que empezar a activar la musculatura abdominal tras el parto, o tras una intervención quirúrgica de columna. Además, este músculo trabaja en concierto con el diafragma, el psoas y el suelo pélvico que participan en la estabilización del tronco.
En este caso, la fisioterapia cobra un valor muy importante ya que el fisioterapeuta mediante clases de ejercicios abdominales hipopresivos, enseña a la paciente a trabajar esta musculatura y hacer un reajuste postural, ayudando así a la potenciación del suelo pélvico, disminuyendo la diástasis y, en consecuencia, el perímetro de la cintura y el dolor lumbar.
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